Sima de Padirac

Bienvenido a Gouffre de Padirac

Cerca de Rocamadour, La sima de Padirac se encuentra en el valle de Dordoña, en el Causse du Quercy, en el departamento de Lot, a sólo una hora de Sarlat.

El Gouffre de Padirac abrió oficialmente su guarida al público el 10 de abril de 1899. En aquella época, era uno de los lugares turísticos más populares de Francia en el siglo XIX. El lugar sigue en excelente estado y no ha cambiado desde entonces. Sólo el edificio de recepción se reconstruyó en 1930 para facilitar y hacer más cómoda la entrada al público.

Sin duda, la sima de Padirac es la más bella de Francia, y sus dimensiones son fuera de lo común: en primer lugar, un pozo de 35 metros de diámetro y 103 metros de profundidad que hay que contemplar desde arriba, pero también desde abajo, con su vertiginosa vista. El descenso puede hacerse en ascensor o por escalera.
En el fondo de la cueva, descubrirá la entrada a una red subterránea de nada menos que 42 km de longitud. Baje hasta la primera galería, que conduce a un lago subterráneo. Allí, un barquero le estará esperando para llevarle a dar una vuelta en una pequeña embarcación.
Una vez en la orilla opuesta, su guía le llevará a maravillarse con la obra del tiempo. Gigantescas concreciones calcáreas, lagos subterráneos, increíbles esculturas en forma de péndulos, pilas de placas o lo que a usted y a sus hijos les guste imaginar... todo está resaltado para magnificar las diferentes cavernas, las impresionantes estalactitas y estalagmitas, y los recovecos, a cada cual más sorprendente.

El Gouffre de Padirac abrió oficialmente su guarida al público el 10 de abril de 1899. En aquella época, era uno de los lugares turísticos más populares de Francia en el siglo XIX. El lugar sigue en excelente estado y no ha cambiado desde entonces. Sólo el edificio de recepción se reconstruyó en 1930 para facilitar y hacer más cómoda la entrada al público.

Recorrido explorador privado

Pase una noche viviendo la increíble aventura subterránea del Gouffre de Padirac, tal y como la experimentó Edouard-Alfred Martel en 1889, en su primer descenso a lo que entonces se conocía como el "Agujero del Diablo". Iluminado por una linterna, vivirá plenamente el Gouffre en el silencio, la oscuridad y el frescor.

La historia del Gouffre se contará a través de los numerosos escritos y testimonios que nos legó Edouard-Alfred Martel... ¡Una extraordinaria experiencia multisensorial y un descubrimiento privilegiado de las maravillas naturales de este paraje, que nunca ha dejado de sorprendernos desde 1889!